jueves, 6 de abril de 2023

 Soros y la política porno

ON: 22/02/2023
ENSAYO

El último discurso de un balbuceante George Soros en Munich (16 de febrero 2023) vuelve a demostrar que Soros es el cerebro real detrás del “pensamiento” (de alguna forma hay que llamarlo) de los líderes occidentales actuales. Esta vez, Soros ha llevado la política no ya a la desnudez, sino a despojarla de todo su posible insinuación, seducción, engaño. La política se volvió también porno. Soros a los 92 años ya no tiene nada que ocultar, y finalmente dice exactamente cómo se organiza el poder, qué decisiones toma él y cuáles las “democracias”, qué gobiernos intentará derrocar y cuáles apoyar. Por fin, en un momento estelar de lo que parece una crisis de autodisolución, Soros elimina casi todos los trapos ideológicos en jirones que aun intentan cubrir las motivaciones tras la escena global
Por Aldo Mazzucchelli
El self-made amoral y moralista

Hace años que Soros es una referencia ideológica, financiera y política global. ¿Qué significa esto? Que en el nuevo sistema económico y social en el que estamos viviendo en las “democracias” actuales, donde los megamillonarios no electos y otros agentes privados intentan ir ocupando varias de las funciones otrora destinadas a los gobernantes legítimos, Soros es uno de los actores más antiguos y más estratégicos. Es obvio que preguntarse qué hacía en la reciente Conferencia de Seguridad en Munich es seguir sin querer entender como funciona el poder en Occidente. No es Soros el que tiene que esperar a ser invitado: es él el que decide qué “líderes democráticamente electos” concurren. Conviene pues repasar su carrera para entender en qué está hoy, a sus 92 años.

Luego de estudiar filosofía y finanzas en la London School of Economics, George Soros se dedicó a hacer dinero propio (y para otros) con el dinero ajeno, fundando para ello un fondo de cobertura (hedge fund). Su éxito en este campo -como en otros- es innegable, llegando a acumular 11 mil millones de dólares antes de cumplir cuarenta años. Entre otras hazañas que siempre se cuentan de él, está que “quebró el Bank of England”, cuando vendió en corto 10 mil millones de libras esterlinas el “Miércoles Negro” de 1992, logrando así ganar un billón de dólares para él, y contribuyendo a la crisis monetaria en el Reino Unido.

Soros no es meramente un billonario poco interesante: tiene muchas ideas. Seguidor convencido de su maestro ideológico, Karl Popper, tomó de él el nombre para su fundación, las “Fundaciones Para una Sociedad Abierta”, así en plural, u Open Society Foundations.
Ese dinero viene siendo la base del despliegue de políticas globales que constituyen la “agenda 2030”, y similares. Soros está detrás de la financiación de una gran cantidad de ONG y medios de prensa -incluyendo varios en su país, sea cual sea el país en que usted viva. Las ideas de Soros han venido a convertirse, puntualmente, en la agenda oficial de las Naciones Unidas y demás organismos globoburocráticos de soborno de los gobiernos locales.
Si cree que esto que digo es exagerado, le bastará con aprender a buscar (la información generalmente está en el sitio web institucional) entre los financiadores de los programas burocráticos que elija, o del programa ideológico-empresarial, o de la reforma educativa, o del medio de prensa “mainstream” o no que usted elija, y buscar directamente la OSF. O a alguna sub-fundación con otro nombre (hay literalmente centenares). Si usted va al sitio web de esa sub-fundación, y busca la financiación, verá que muy a menudo es una filial de OSF, o recibe dineros de OSF. Lo mismo pasa con las ONG que llevan adelante, en conjunto muchas veces con fondos estatales, los programas responsables por dar dinero a sus empleados y activistas para que repitan la visión del mundo de Soros.

El adolescente aterrorizado y horrorizado

Soros es un hombre mayor ya -cumple 93 en agosto- de modo que ya no está para hacer demasiada política. Invitado a la Conferencia de Seguridad de Munich, dio su discurso. Es, para decirlo en una frase, el discurso de un viejo que sigue creyendo que los problemas del mundo actual son los que vivió él en lo peor del siglo XX. Solo que ahora ya no precisa hacer política. “La India debe volver a la democracia” (?); “la civilización no sobrevivirá si gana Rusia” (??); “el jefe del Banco Mundial era un negacionista del cambio climático: lo borré”. Etc. Pornopolítica del nivel más alto, o bajo.

Soros nació en Hungría con el apellido Schwartz, hijo de un abogado judío bien establecido en Budapest, que vivía en una isla en el Danubio y cruzaba a menudo a trabajar aprovechando para remar en su bote. Cuando la ocupación nazi llegó, el abogado Soros sobornó a oficiales húngaros para mantener su estatus, incluyendo ganar -también tras un soborno- una nueva identidad para su hijo György, de modo que fuese tomado por un ahijado cristiano adoptado. Luego, el propio abogado -arrastrando a ello a su hijo adolescente- se convirtió en colaboracionista activo. En una impactante entrevista cuando Soros ya tenía 68 años, el periodista de “60 Minutes Australia”, Steve Kroft, le señaló: “Mientras cientos de miles de judíos húngaros eran enviados a los campos de exterminio, George Soros acompañaba a su falso Padrino en sus rondas designadas, confiscando propiedades de los judíos” [minuto 7:30]. Soros admite todo. Pero le resta importancia, alegando que era un adolescente y que alguien habría hecho las cosas de todos modos aunque él se hubiera negado a participar. Interrogado sobre si había sido difícil acompañar a la confiscación de los enviados a los campos, responde “para nada. Quizá como muchacho uno no se da cuenta de las conexiones“, agregando que no sentía culpa en absoluto.

La familia Schwartz -György a la izquierda- en Budapest, años 30
De modo que Soros tuvo que pasar un infierno personal a sus 14 años, cuando aun no tenía las fuerzas para decidir demasiado sobre ello. Luego, se convirtió en un hombre poderoso, y habiendo leído a Popper y su ideología de odio y división disfrazada de virtud, también la adoptó. La de Popper en La sociedad abierta… es la filosofía -más bien una zona claramente ideológica en su obra- que sirve para justificar con un lustre de intelectualidad al autoritarismo liberal y la representación falsa del Otro que practican a menudo las “sociedades abiertas occidentales”.

Una complicada mezcla interna parece estar pues en la génesis del mundo de Soros, entre los horrores del nazismo, su suerte personal inicial en un país comprometido con ellos, las imágenes idealizadas de los países occidentales, y una ambigua relación con Rusia -primero intentó moldearla en los 90, luego marcó a un Putin que no aceptaba sus dictados como enemigo, y hoy Rusia es “el país que hay que destruir”.

Con su capacidad de acción práctica, superior a la de la mayoría de los seres humanos, parece ser la fijación con ese eje de “abierto” vs. “cerrado” propio de los tiempos de la Guerra Fría la que marca su lectura de todo. Como se verá, sigue repitiendo ese esquema en 2023.

Pero antes, hay que ver que ‘Sociedad abierta’ ha significado, primero y sobre todo en la vida de Soros, la posibilidad para hacer dinero. Cuando el periodista citado -en el minuto 2:20- le recuerda que debido a sus especulaciones, Tailandia y varios países asiáticos sufrieron una crisis que destruyó parte de la acumulación de 40 años de recuperación económica, el filántropo responde: “Yo, básicamente, estoy para hacer dinero. No puedo, ni debo, preocuparme por las consecuencias sociales de lo que hago“.

A los 92 años sigue dividiendo el mundo según esquemas ideológicos del siglo pasado

Soros es un ideólogo ante todo. Nadie puede negarle su decisión para apoyar e impulsar las causas en las que cree. El problema es que esas causas, habiendo nacido de un origen de odio y división, siguen generando lo mismo.

En Munich, este mes de febrero de 2023, el anciano Soros, con una voz temblorosa y casi de ultratumba, repite el mismo esquema que lo guía desde su adolescencia o juventud. “Mientras dos sistemas de gobierno se enfrascan en una lucha por la dominación global, nuestra civilización corre peligro de colapsar por el avance inexorable del cambio climático“.

En la frase está el doble Soros, “el moral y el inmoral”, como él mismo se define en la citada entrevista. El Soros “moral” es el que aun cree que todas las naciones y culturas que se resisten a seguir los dictados de Occidente, son enemigos. “Como fundador de Open Society Foundations, las sociedades abiertas obviamente están cerca de mi corazón y las considero moralmente superiores a las cerradas.”, agrega en ese mismo discurso.

Enseguida, aparece el Soros inmoral, que no tiene problemas en seguir mintiéndole a la humanidad sobre un supuesto “cambio climático antropogénico” con el fin de hacer más dinero y controlar más. Todo el esquema del “cambio climático” -en buena medida obra de las financiaciones de Soros a “científicos” dóciles- se ha traducido en iniciativas cuyos objetivos inocultables son la ganancia económica y el aumento del control de las poblaciones de la tierra en base al miedo por una supuesta catástrofe futura -lo cual asegura más impunidad para la ganancia.

Es más, en su discurso nos notificamos quién tiene a su cargo la dirección de las principales instituciones burocráticas transnacionales globales, hacedoras de políticas locales en base a dinero e ideología. Puede resumirse así: sea usted quien sea, si usted no acepta las ideas de Soros sobre “cambio climático”, usted está despedido. Soros manda: “Debemos reorientar nuestras instituciones financieras internacionales, en particular el Banco Mundial, para centrarse en el cambio climático. El presidente del Banco Mundial, David Malpass, que era un negacionista del cambio climático, renunció ayer.“

Soros, el generoso

En el esquema mental y filantrópico de Soros, el dinero que él “generosamente dona” jamás va asociado a ninguna libertad: es dinero ideologizado, dinero con

“hilos atados”, dinero que induce a sus receptores a difundir y cumplir con las ideas de Soros. Dinero que se entrega para planes a llevar adelante por privados o por gobiernos, bajo la condición de que sean planes para fortalecer la “agenda Soros” -cambio climático, raza, minorías sexuales y/o identitarias, aborto y reducción de población, guerra contra la familia tradicional, guerra contra las visiones religiosas de la vida, azuzar la guerra en Ucrania, etc. Eso no es generosidad: es comprar a gente para que sea activista de una ideología. Sean periodistas, empresarios, burócratas, empleados o activistas, todos reciben el dinero de Soros y bailan la música ideológica, el esquema divisivo, que Soros dicta.

Soros es el hombre que “se hizo a sí mismo”. O quizá fue elegido por innominados mucho más ricos que él, para ser su albacea, poniendo sus dineros en Soros y dándole poder de administrarlos. Sea como sea, es el hombre que intenta crear su propio “paraíso en la tierra”, un paraíso materialista, una sociedad “abierta” llena de censura y vigilancia, comprando a todo el mundo en el camino. Su “paraíso” será, inevitablemente, un infierno de control, y los millones de desprevenidos que aceptan sus ideas, o al menos las repiten, a cambio de mantener el flujo de fondos que viene de la Open Society Foundations y todas sus filiales y derivadas, son meramente la cámara de eco de esos dineros, y de las obsesiones del “filántropo”.

En Munich 2023, el último Soros es igual al primero

Soros va cerrando sus días en una repetición del esquema en el que confía. Ahora sigue dividiendo al mundo en “pro Rusia” y “anti Rusia”. Así, Erdogan y Modi, líderes de Turquía e India, son sus nuevas obsesiones y planea destruirlos o al menos destituirlos, porque no se oponen a Rusia e intentan encontrar una paz negociada y real. Soros intenta hacer encajar las piezas de su esquema alegando que si bien Turquía e India son “democracias”, sus líderes no lo son. Primero ataca al liderazgo indio, aludiendo a supuestos manejos financieros de Modi, de quien le molesta que compre tanto petróleo ruso, y augura que “[se] debilitará significativamente el dominio de Modi sobre el gobierno federal de la India y se abrirá la puerta para impulsar reformas institucionales muy necesarias. Puedo ser ingenuo, pero espero un renacimiento democrático en la India“.

Como siempre, Soros espera que su dinero ayude a derrocar a quienes no le obedecen, y sutilmente avisa que el terremoto que golpeó a Turquía será usado -por él y sus activistas- como un arma para intentar tirar abajo a Erdogan en las próximas elecciones. En realidad Soros acusa a Erdogan de no permitirle interferir usando el desastre para sus propios fines políticos, como también hizo en Haití repetidamente, con la ayuda habitual de sus amigos y discípulos, los Clinton y la Clinton Foundation. La frase de Soros en este caso es que los turcos estarían afectados “por la lenta respuesta del gobierno y el deseo de controlar todos los esfuerzos de ayuda“.

Soros y Hillary Clinton desembarcan en Haití. 1998
En efecto, uno de los métodos preferidos del filántropo es usar los desastres naturales -terremoto turco, como antes fue un huracán en Haití en 1998 o las “pandemias”, o la “ayuda humanitaria” para las víctimas de guerras con beligerantes y agendas financiadas por el propio Soros- para aparecer luego con su dinero a “ayudar” a las víctimas, a cambio de extender su red en ese país, y que gobiernos, empresas y sociedad civil queden aun más bajo el poder y la ideología Soros. A partir del desastre, la OSF y su agenda avanzan.

Erdogan ya entendió esto, y se niega a que Soros use la tragedia turca como plataforma. Es de eso que se queja el filántropo.

Soros se alegra -tomemos nota, por si hiciese falta cualquier confirmación extra- de la fraudulenta elección de Lula en Brasil. Dice que la farsa del 8 de enero fue “un intento de golpe muy parecido al 6 de enero de 2021 en los EE. UU. Lula lo manejó con maestría y estableció su autoridad como presidente.” Y sigue ahora adelante con su proyecto de comprar las conciencias brasileñas aun más, informándonos que Brasil “está en la primera línea de la lucha contra el cambio climático. Debe proteger la selva tropical, promover la justicia social y reactivar el crecimiento económico, todo al mismo tiempo. Necesitará un fuerte apoyo internacional porque no hay camino hacia cero emisiones netas si falla.”

En cuanto a China, la claridad que aporta Soros es magnífica, y ayuda a confirmar lo que se viene viendo hace algún tiempo: que en China el partido globalista de Soros y el Foro Económico Mundial está en la oposición a Xi Jinping (y era aliado del pro-Occidental Deng Xiaoping), y que haber perdido en el último Congreso del PCCh, luego de haber intentado -via Covid y via generación de caos interno usando los poderes locales contra Xi durante dos años y pico- es una herida grande para el proyecto sorista: “En cuanto a China, Xi Jinping debería ser un perdedor obvio. Su estrecha asociación con Putin lo lastimaría. Pero es posible que China ya esté experimentando una revolución. La mayoría de los problemas de Xi Jinping son autoinfligidos. Comenzó a administrar mal la economía desde el comienzo de su gobierno cuando se esforzó por deshacer los logros reformistas de Deng Xiaoping.”

Luego Soros comunica de nuevo el cuento oficial de la propaganda del Foro Económico Mundial y aliados, sobre el supuesto manejo de la “pandemia” por parte de Xi como centro de supuestos grandes problemas sociales, y sobre la situación actual y la liquidación de la farsa Covid que dejó en ridículo a los “expertos sanitarios” chinos que llevaron adelante el caos pandémico en 2020 a 2022 también en China, dependientes del sistema OMS-Big Pharma. Para Soros, ahora que el gobierno chino liquidó las políticas extremas, dejó de llamar “muerto Covid” a todo PCR positivo, y lanzó el slogan “Cada uno es responsable por su propia salud”, habría una supuesta avalancha de muertes Covid. Es lo que todos los medios mainstream -financiados por él- hace un mes y medio repiten. ¿Cómo dudar pues de ese relato?

Al fin, totalmente incapaz de aceptar las realidades del fracaso de los planes de las “sociedades abiertas” contra la sociedad rusa (nada más abierto, sin duda, que el deep state norteamericano o la cúpula actual de la Unión Europea), habiendo Soros financiado en primera línea la larga preparación de 10 años del golpe de Estado en Ucrania en 2014 en base a fomentar el odio étnico a Rusia entre la juventud ucraniana, inventa que la guerra no la está ganando Rusia, sino “el grupo Wagner”, según nos explica con lujo de inventados detalles.

Este tipo de actitudes penúltimas de Soros, casi infantiles, muestran una vulnerabilidad llamativa en un hombre tan monetariamente poderoso, que después de todo es un humano como cualquier otro, encerrado en su propio cuarto lleno de fantasmas y monstruos. Pero no hay que subestimarlo. Como comentó S. Jaishankar, el Canciller de India, luego del ataque verbal y amenazas veladas lanzadas por el filántropo contra ese país, “Podría decirle que Soros es un hombre viejo y lleno de opiniones propias, que vive en Nueva York, que todavía piensa que sus visiones determinan cómo el mundo entero funciona. Ahora bien, si solo fuese un hombre rico y lleno de opiniones propias, yo podría no prestarle atención. Pero es un hombre rico, lleno de opiniones propias, y peligroso“.

Chatarra vieja vendida como nueva

El Canciller indio dice, sin decirlo, lo más importante: con la guerra de Ucrania como disparador, lo que está ocurriendo -y sólo se profundizará- es que las viejas ideas que dieron forma al mundo global en la segunda posguerra, están siendo suplantadas por un mundo al que no le interesará en absoluto lo que piense o quiera gente obsesionada con el mundo de ideología bipolar que ante nuestros ojos muere. Y los viejos líderes de Occidente que están de salida no se quieren ir sin dar una batalla cruel.

Ellos, los obsesos con la bipolaridad de guerra fría, están tirando sus últimas monedas para comprar conciencias, y sino dan su dinero para armar a todos sus aliados, y quisieran ir a un Armageddon nuclear final. Es eso antes que perder el control que han ostentado por 70 años. Es que los filántropos de Occidente -filántropo significa ‘amante del ser humano’- se convierten al final en guerreristas furiosos.
En esa deriva, intentan presentar sus obsesiones de odio y dolor -catástrofes, pandemias, supuestos autócratas lejanos- como el futuro que espera a la tierra si no seguimos sus agendas. Venden pasado como si fuese el futuro, y una sociedad crecientemente ignorante de historia y sin aprecio por el pensamiento independiente y antiutilitario, a menudo tolera esa transacción, o incluso se siente orgullosa de formar parte de ese futuro limosnero.
Desde luego, los vendedores de odios pasados fracasarán. La tecnología que la humanidad ha venido creando va en sentido contrario, y una conciencia nueva crece junto a ella. Aunque Soros sabe usar la tecnología para la compra temporaria de cabezas, para el control, para la censura y el fraude, creo que sus esfuerzos por convertir su poder financiero en poder espiritual tienen los días contados. 


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