sábado, 18 de marzo de 2023

 En toda epidemia hay dos variables relevantes: la contagiosidad y la letalidad. Evidentemente, si un patógeno resulta muy contagioso pero provoca una enfermedad leve, carecerá de importancia. Imagínense una epidemia que provocara una ligera diarrea o un sarpullido en una mano que desaparece en unos días. Nadie se preocuparía. Lo preocupante es que la enfermedad que provoque sea grave y cause muertes. Un patógeno muy contagioso pero poco letal carece de importancia. Un patógeno muy letal pero muy poco contagioso seguiría sin preocuparnos demasiado. En el extremo contrario, un patógeno muy letal y muy contagioso sería una pesadilla, aunque afortunadamente esto no suele ser el caso, puesto que si el patógeno incapacita o mata pronto a su anfitrión, éste no podrá contagiar a muchas personas y esa ruta de contagio se autoextinguirá pronto. El primer concepto esencial, por tanto, es distinguir entre contagiosidad y letalidad, dando escasa importancia al número de contagiados si estos cursan una enfermedad leve y, en cambio, fijando nuestra atención en el número de muertes. Además, el número de contagiados oficiales (IA) nunca ha sido un parámetro fiable ni representativo, pues no sólo depende del número de test realizados, sino que, como pudo comprobarse con los estudios serológicos realizados en España y en otros países, el número de personas que habrían estado expuestos al SARS-CoV-2 (muchos de ellos sin llegar a desarrollar la enfermedad, pues un asintomático, por definición, no está enfermo) era tres veces el número de contagiados “oficiales”. La infravaloración del número real de contagiados es aún mayor, puesto que los análisis serológicos sólo medían un anticuerpo o inmunoglobulina (IgG) y no medían otro anticuerpo esencial que se activa en la lucha de nuestro sistema inmunitario contra el coronavirus, el IgA2 , mayoritario en las mucosas, ni tampoco la respuesta de la inmunidad celular de las células T. Un estudio en Suecia, si bien con una muestra 

👎 pequeña, mostró muy pronto que el número de personas con respuesta inmunitaria celular era muy superior a las que mostraban una respuesta humoral detectable 3 , mientras que en algunos países, como Austria o Luxemburgo, el número de personas con IgA detectable era muy superior al que mostraban sólo IgG4 . Sólo desde este punto de vista, seguir obsesivamente la incidencia acumulada, como han hecho los medios y los responsables políticos (tan desnortados durante toda la epidemia), ha sido un error. Podría pensarse que el número de hospitalizados es más representativo de la gravedad de la epidemia, pero incluye un factor de subjetividad relacionado con la saturación hospitalaria de cada momento medida por el número de camas ocupadas e incluso por el personal indisponible por vacaciones. Cuando el hospital está saturado, el criterio de admisión se hace más restrictivo; cuando está más relajado, se relaja el criterio de admisión y se hospitalizan más enfermos leves. Los ingresos en UCIs serían algo más representativos, pero de nuevo entra en juego la subjetividad relacionada con el nivel de saturación. Por consiguiente, la variable más relevante es el número de muertes, que será aquella en la que nos fijaremos a partir de ahora.
La campaña de terror mediática ha trasladado a la población la idea de que estamos ante un virus peligrosísimo para todos, un virus casi con súper poderes, pero la realidad es bien distinta. ¿Cuál es la letalidad real del covid? Pues bien, el concepto más importante a recordar del covid es que no es una enfermedad sino dos: una, potencialmente grave para una minoría de población de riesgo, y otra, leve, leve, leve para la mayoría de la población. En el siguiente cuadro, realizado por el Ministerio de Sanidad de España (con erratas en la realización de simples cocientes que han sido corregidas en el cuadro que adjunto), pueden observar que la letalidad para mayores de 70 años es del 4,1%, es decir, que se recupera el 96% de las personas mayores que se contagian. En el rango de edad de 50 a 69, la letalidad del covid ya baja al 0,3% (se recupera el 99,7%); para la franja de 20 a 49, la letalidad es del 0,03% (sobrevive el 99,97%), y para menores de 20, la letalidad, si me lo permiten, es asintótica con el 0%.


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