LA GRAN REVOLUCIÓN DE VIZCARRA. El ÉXTASIS SUPERCHERO DEL COVID19.
LA GRAN REVOLUCIÓN DE VIZCARRA. El ÉXTASIS SUPERCHERO
DEL COVID19.
Por Iván Oré Chávez 20.04.2020 @realbiopolitica
Gustave Le Bond, uno de los padres de la
psicología social escribió: “Extremadamente
dócil por miedo, fácilmente influenciable por sus dirigentes, momentáneamente
cometerá cualquier exceso mientras se halle bajo la influencia de éstos. Pero
la inercia ancestral de la raza pronto se hará cargo de nuevo, siendo ésta la
razón por la que tan rápidamente se cansa de una revolución. En ese momento, lo
que hace es buscar a un líder que restaure el órden”. Le Bond se refiere a
las masas, las muchedumbres, lo peor de una sociedad.
Esto es cierto en todos
los tiempos y latitudes. En el caso peruano son dóciles por el miedo a
contagiarse de una gripe epidémica, el virus es el lobo mientras el buen pastor
Vizcarra ¿Quién va a desafiar de él mientras tenga el bastón (varayoc) o la
banda? Para influenciarlos es necesario el eslogan, el alimento espiritual de
las multitudes, eso los hace repetir repetitivamente “quédate en casa” sin cuestionarlo
científicamente. Ahí empieza la gran revolución de Vizcarra, no es necesario
que cumpla con los 80 hospitales y edificar un colegio diario en el transcurso
de un año ¿Cuándo han visto una muchedumbre sana y educada? Eso no da dinero a
la TV basura y mucho menos da poder a un liliputiense tiranuelo. Seamos claro,
si haces hospitales y colegios en cada cumbre para ser visto panorámicamente,
lo único que conseguirás es que esta chusmada deteste a tu familia hasta el extremo
buscarlos encarcelar a todos. Ahí ves a Fujimori.
Vizcarra lo sabe, su revolución no es de
los colegios y hospitales que prometió. Su revolución es del miedo, del
empobrecimiento, del confinamiento, del sacrificio innecesario, de los chicos
buenos pichangeros y fiesteras que ahora fungen pontificando de hogareños. LAS MASAS HISTÉRICAS LO AMARÁN.
Se someterán como sus fieles aldeanos pues
no optó por torturar sus mentes con el conocimiento liberador, ni imponiéndoles
la responsabilidad de cuidar sus cuerpos sin necesidad de pastillitas mágicas.
La praxis revolucionaria es algo tan
sencillo como quedarse en sus casas gastando sus propios ahorros e ingresos
hasta que no quede mucho, el gobierno será un gran proveedor repartiendo bonos
de subsistencia, el que reciba quedará agradecido por la generosidad de su
titánico mesías, y el quá no, se volverá más sumiso aun por la simple
expectativa de beneficiarse de ese magno gesto. Lo que viene después es el
“caos controlado”, el orden en el caos. Policías y personal sanitario, médicos
y enfermeras infectadas. Las mismas masas que aplaudieron a estos servidores
para quedar públicamente bien, ahora les
reprocharán que se hayan vuelto “criticones” y quejosos contra su honesto y
capaz gobernante. Y hasta justificarán que sean arrestados por el solo hecho de
brindar conferencias comunicando al pueblo la verdad, tal como pasó con el Dr.
Teodoro Quiñones intervenido ilegalmente en el mismo momento cuando denunciaba
las irregularidades de Essalud entidad presidida por un miembro de la cúpula
Vizcarrista, ante la vista de toda la muchedumbre mesiánica. Decir la verdad e
incomodar al tiranuelo ocasiona la furia de una mugrienta chusmada.
Pero la revolución también cansa. Antes de
que la gente se canse de “hacer revolución” el caos debe prosperar. Para que el
dictador se erija como líder carismático que surge de vencer el caos, es
necesario crear el caos primero. Por eso antes tiene que haber un caos, la
gente va a agotar sus ingresos y cuando no quede mucho van a pelearse entre sí
por los recursos que queden, pues al no poder salir a trabajar, no tendrán
dinero para restablecer sus gastos. Así creará su caos. Pero también el caos
vendrá de la dejadez voluntaria del poder. No se hará nada para combatir la
epidemia sólo bonos, confinamiento y pérdida de libertades, y nada activo por
parte del gobierno, los hospitales rechazarán gente y los mandarán a sus casas
para que mueran ahí y por consiguiente infecten a todos los que se pueda. Las
fuerzas del orden ya no querrán salir por temor al contagio. Será el caos, el
castigo por desobedecer a tu Mesías Vizcarra y no reconocerle sus grandes dotes
de líder. Todo será culpa de los que no obedecen al mesiánico dictador.
Pero un día, de un momento a otro, el
enemigo, el virus desaparecerá. La realidad es muy sencilla pues con o sin
confinamiento igual el virus avanza y desaparece. Sucede con todas las pestes y
esta no es ninguna excepción. Pero la chusma es supersticiosa y mientras se lo
muestres con una fachada racional lo aceptará sin problemas. Encumbrarán a su
campeón invicto que habrá para ellos cruzado su prueba de fuego: Vizcarra
contra el Covid. Suena super ridículo, lo suficiente para que las masas lo
crean devocionalmente. Vizcarra será quien luchó contra el virus y lo venció
con la ayuda de quienes permanecieron fieles a su palabra “quédate en casa” sin
mostrar la más mínima duda. Y todo aquel que científicamente diga que el virus
igual se iba a ir, y que creer que Vizcarra ha vencido al virus con ayuda de
sus feligreses es una gran idiotez, será tachada de ignorante y enemigo del
régimen y de la nación.
Entonces este cuerno pequeño será
encumbrado como una especie de semi dios irrefutable, pero el carácter
chistosamente divino con que la muchedumbre ignorante revestirá a este
tiranuelo será objeto de otra columna.
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